jueves, 16 de febrero de 2012

ME CAGO EN BOGOTRANS!


Los cuerpos de las mujeres Trans son cuerpos ligados violentamente al espectáculo, a la visión vigilante y alienante, cuerpos ligados a la mirada autorizada de la toda poderosa hegemonía heterosexual. Nuestros cuerpos son observados y examinados por el poder médico, violados por el garrote de la policía, prohibidos por nuestras familias, ignorados y enseñados como desviación en los colegios, satanizados por la iglesia; nuestros cuerpos son mirados con lascivia en las frías noches de las calles y vapuleados hasta la muerte en los días más soleados. Nuestros cuerpos son el depósito de la burla, la exhibición, el sexo y la muerte. No merecemos respeto. Llego a esta horrible –y no nueva- conclusión luego de venir de “Bogotrans”, un espacio en el que desde hace un tiempo se vienen presentando y venerando imágenes normalizadas y adecuadas de las mujeres Trans, listas para excitar el capitalismo consumista de lo exótico, lo “multicultural”, lo “otro”.

Nunca se puede ser ingenua cuando una empresa con fines lucrativos, negocio o industria, habla de cuerpos estigmatizados y periféricos para “incluirlos” y brindarles “oportunidades”. No pensar en los réditos económicos y simbólicos que se derivan de devorar al “otro”, implica ser tan ingenua como creer que una discriminación estructural e histórica va a desaparecer y generar dignidad de un momento a otro, por el simple hecho de mostrar tu cuerpo en una pasarela…. La industria de la moda se ha caracterizado por modificar los patrones, las disposiciones y las formas de apreciación de los cuerpos y su indumentaria como principal objetivo; terreno que se ha fertilizado con la incorporación de lo “exótico” para multiplicar las ventas, generar nuevos “looks” y ganar millones de dólares [Recordemos cómo la industria de la moda cooptó en los 70 los significados del peinado afro y también la subcultura punk].

Casualmente en Bogotrans, un evento organizado en el marco de la Semana Internacional de la Moda de Bogotá, organiza todo un “show”, sí un “show” al mejor estilo de circo de pueblo donde se exhibe lo raro, lo Otro, como lo vendible, lo excitable, lo productor de incertidumbre. La moda y su discurso barato de “inclusión” sólo busca hacernos pensar que las inequidades económicas y las puertas cerradas al mercado laboral, se abren repentinamente  para las Trans y se aseguran abiertas para siempre, por ser evidenciadas como muñequitas anoréxicas y “bien puestesitas”, sonriendo y caminando en elevados tacones, frente a tarúpidos-espectadores, que quieren ver “hombres disfrazados de mujer ”.

Me carga que sean estos espacios de voces privilegiadas los que vengan a presentarse como salvadores de “pobres mujeres oprimidas”. Odio que sean los señores capitalistas que cargados de “buenas intenciones” nos hablen de oportunidades de reconocimiento y trabajo, cuando fuera del mundo de las pasarelas y los diseños de moda nos morimos de hambre, violencia y dolor. Son miles los cuerpos Trans que no tenemos acceso a la ciudadanía, ni a un empleo digno, a menos que seas “bonita”, “barbie”, con un alto capital económico y cultural y sepas caminar y quedarte callada como una tumba en medio de una pasarela circense. Algunxs me reprocharan que su sueño Trans es devenir “muy mujer”, ser una modelo, una princesa y demás, afirmo que defenderé a placer cualquier síntoma de expresión y lucha por alcanzar la autonomía corporal y la auto-designación de género, pero lo que no puedo defender es que se aplauda y se ensalce el modelaje, la pasarela y el mercado explotador de cuerpos de la moda, como la panacea de la redistribución económica y la restitución histórica de derechos para las mujeres Trans. Lo que vi fue un continuum entre los circos, como institución creada para la administración de los cuerpos anormalizados del siglo XIX y las nuevas pasarelas de moda para travestis y transexuales del capitalismo ornamental contemporáneo. Seguimos siendo ese pedazo de carne raro que produce beneficios económicos para presuntos “salvadores”, que quieren lucrarse con nuestros cuerpos realizando actos de beneficencia o como lo llama el discurso neoliberal, de “inclusión”. Me cago podridamente en esto!

Quisiera que en vez de tanta pasarela, tanto discurso meloso y arrimado, se hable, como lo hizo el profesor Salvador Vidal, invitado al encuentro “académico” del Bogotrans, de una subversión en los significados del trabajo: Las mujeres Trans no sólo están en la prostitución y la peluquería como principal medio laboral por efectos de marginación del hetero-patriarcado y el capitalismo tardío, también son espacios de posibilidad para afirmar cuerpos propios y cimarronajes identitarios hacia el género deseado. El capitalismo multicultural ha emprendido una campaña “civilizatoria” contra las mujeres Trans: nos quieren “putas”, nos quieren “peluqueras”, nos quieren “muertas”…  pero también  nos quieren “productivas y explotables”, nos quieren “dóciles”, “bellas”, “hiper-mujeres”, consumibles para el espectador voyeur, vendibles para los mass media, normalizadas para la opinión pública. Nuestras historias de opresión e injustica se van a la basura del olvido cuando le apostamos a tragarnos por completo las promesas de “inclusión” del amo. Nuestros cuerpos-manifiesto de trangresión y rebeldía contra el sistema sexo/género, están siendo convertidos en la pasarela violentada por la cual desfila la inmoral desfachatez  del capitalismo hetero.

Las mujeres Trans no necesitamos que nos incluyan en un nuevo target de mercado, ni que se interesen en convertirnos en objeto publicitario para fabricarnos en consumidoras y luego sí en ciudadanas. No se trata de inclusiones, de oportunidades laborales en nichos feminizados y por lo tanto subordinados, ni tampoco se trata de obtener “visibilidad” en la sociedad bajo su óptica exotizante y consumista. Sueño con que nuestro desafío corporal a las estructuras del género, el sexo y la sexualidad, hagan estallar el heteropatriarcado y no que nuestros cuerpos hagan estallar de risa al mundo del espectáculo. Sueño que los desfiles los construyamos desde el placer de nuestros cuerpos y no desde la “salvación moralizada” que busca borrarnos la mácula de “puta”. Sueño que las pasarelas nos lleven a desfilar como las reinas bellas y regias que somos en contra de todo modelo opresivo de feminidad y masculinidad, no hemos arriesgado el culo y el pellejo en esta sociedad de machos-fachos para quedarnos cómodamente recluidas en la categoría esclava de “mujer”, no! Sueño que podamos exhibir nuestros cuerpos para reclamar una sociedad más justa, sin explotación capitalista y sin ciudadanías restrictivas. Sueño que nos pensemos la posibilidad de desfilar y hacer pasarela hacia las cárceles, donde miles de amigas y compañeras Trans son criminalizadas y echadas a la basura porque son pobres, racializadas, patologizadas y odiadas. Sueño que nuestra atención no se enfoque en las luces fantásticas y deslumbrantes de las pasarelas de la moda, sino que nuestros ojos miren hacia el hoyo negro en el que nos han depositado, para encontrar una luz que algún día nos permita ser lo que queramos!