sábado, 19 de febrero de 2011

martes, 15 de febrero de 2011

Ni odio ni miedo de mi propio coño!!!



Ayer sentí rabia por muchas razones, todas ellas me afectaron de manera tan directa, sentí una puñalada justo en el cráneo, sobre la carne de mis amigas cercanas, sobre mi manada…

La violencia sexual es un mecanismo de dominación y terrorismo que se ejerce sobre el cuerpo de las mujeres, a veces no importan las diferencias de clase, capital educativo, raza/etnia o edad, sexualidad, para ser agredidas, escupidas, mancilladas. Para la cultura patriarcal y heterofálica en la que hemos sido obligadas a vivir, tener un coño es sinónimo de subordinación, ausencia de derechos, disponibilidad sexual y económica, un sujeto que debe ser explotado como corolario “natural”. Los ataques sexuales contra las mujeres, la violación, el hostigamiento y la tortura contra ellas, es algo que sucede a diario y que muy pocas veces se enuncia, se naturaliza y queda en el silencio. La empresa patriarcal heterofálica de dominación sexual, es una empresa totalitaria, agrede, viola y castiga, y luego exige el silencio y la normalización de esta práctica. Me indigna este mierdero ideológico, vivimos en un imperio misógino de terrorismo sexual.

Ayer me dolía escuchar que al ser socialmente fabricadas como “mujeres” y leídas como tal, esto es, como objetos follables y explotables, debemos “acostumbrarnos” a vivir con este estigma de objeto violable, con el cual el patriarcado obtiene todas sus ganancias políticas, económicas y simbólicas. “Sentirse suciamente mujer” porque un cabrón intenta violarnos, porque un hijo de puto se masturba en nuestra cara y nos escupe una sarta de groserías machistas, genera cierta ruptura subjetiva dolorosa y profunda. La violación enuncia la superioridad de los machos sobre las mujeres, el control sobre sus vidas y sus devenires, pero además, es un arma de doble filo, pues luego de ser violada y humillada, pretende que te odies a ti misma, a tu cuerpo y tu coño por haber sido construida en tanto “mujer”, que te quedes callada, que te frustres y te asustes y te conviertas en un sujeto frágil, dócil, bloqueada para salir a la calle, amedrentada para andar sola o cohibida para volver a usar un atuendo sexy y entaconarte para andar orgullosa por la ciudad.

Ayer te intentaron violar y eso me cabrea hasta tener ganas de ir contigo como desquiciadas a cortar y rebanar los penes de todos esos machos cabríos. Pensamos una y otra vez en Virginie Despentes, sobre todo cuando afirma estar furiosa contra la sociedad, pues ha educado a las chicas para que nunca respondan a las agresiones masculinistas y a no enfrentarse violentamente a cualquier perro que intente abrirles las piernas a la fuerza, esa misma sociedad inculca a las mujeres que la violación es un crimen del cual nunca deberán reponerse.

Mi corazón lésbico, para las perras de mi manada, no nos puede ganar la pasividad, ni el silencio, ni el terror, tenemos todo el derecho que nos salga del coño de salir a la calle sin temor, no podemos dar el brazo a torcer ante el terrorismo patriarcal y darles el gusto de salir vestiditas y recatadas por el miedo de ser violadas, debemos romper esa moralidad pacata y esa mentalidad masculinista que muchas mujeres comparten de que “si nos violaron o nos agredieron fue por nuestra culpa”.

Desde el feminismo he aprendido que ese odio que el heteropatriarcado fomenta contra nosotras mismas por ser asignadas o haber decidido “ser mujeres”, debe ser depurado de nuestros cuerpos, nuestros sentimientos e imaginarios. Jamás podremos dejar en manos de los machos la definición de nuestros cuerpos e identidades. “Soy mi propia mujer” es una slogan hermoso, pues pone el acento en la autocreación, en la producción autónoma de un sujeto mujer que no es sumiso ante el terrorismo sexual masculinista, ni busca ser la dulce damita dócil, ni la madre abnegada ni la esclava sexual. La violencia sexual, la violación nos dictan que debemos sentirnos “sucias por ser mujeres”, nada de esto, no podemos ser esa “mujer-objeto” que ellos desean. Dejarnos clavar ese odio propio, ese miedo sobre nuestros propios coños, es una de las bases del poder hetero-patriarcal. No tenemos miedo!!!! GRRRRRRRRR. Parafraseando a Liliana Felipe:

Que tiemblen porque no tenemos miedo de disfrutar de nuestros cuerpos, de afirmarnos como sujetos soberanos sobre nuestra entrepierna y nuestras emociones, pensamientos y orgasmos. La clave es esa, no temer a su terrorismo absurdo de supremacía y violencia, a su política de olvido y ocultamiento de sus violencias masculinistas. Re-recordar planteaba la feminista radical Diana Russell, una política de reconciliación con nosotras mismas y de activismo político contra la imposición de la memoria de los dominantes: “Tales recuerdos y denuncias son el trabajo que tiene que hacer todo el movimiento feminista para enfrentar la violencia contra las mujeres: desobedecer la orden de los padres de olvidar, negar y mantener silencio; por el contrario, hay que entregar a los padres abusivos, a los esposos, hermanos, los amantes, los hijos, desconocidos y amigos…..

Recontar y reconocer nuestras historias de opresión, recordar el horror pero de una forma en que la memoria no sea destructiva, una memoria de oposición que nos permita enfrentar el horror para salvarnos y crear nuevos horizontes no patriarcales...

PD: Que se atenga un dizque profesor de “Hominización” del departamento de Antropología, protesta Transfeminista contra su godarria machista. Algunas de sus frases en clase: "A las mujeres les gusta que les den duro", "Es terrible tener una jefe mujer", "Las mujeres no completan los tres procesos de pensamiento -ver, mirar y observar-, ya que no pasan del primer nivel emocional e incosnciente"! ¿QUÉ ES ESTA BASURA?...Manifestación Feminista YA!